Vivir a bordo
Una nueva tendencia se acentúa en el medio náutico:
la vida a bordo de familias, parejas, solos y solas. Variadas son las
causas y más los detalles de este modo de vida que no es nuevo
pero que se muestra hoy día de una manera destacada.
El
concepto de barco como una construcción que transporta a
personas por el agua y que fue utilizado para el conocimiento del
mundo y la expansión de muchos reinos, estados y naciones a lo
largo de la historia, lleva en si el criterio de morada. El servicio
embarcado y la misma guía de la nave han dado siempre la idea
plena de la vida a bordo durante períodos prolongados.
Siempre hubo marinos que vivieron en su barco más allá
de la conquista o la expansión. Pescadores, traficantes,
comerciantes. Es casi un clásico la figura del marino o
capitán en su nave que era su refugio en las tormentas y
morada en los puertos.
El barco deportivo partiendo de la simple barca o chalupa se fue
convirtiendo en una pequeña morada flotante para dar comodidad
en cortos períodos a aquellos que hacían de la vida
marítima un proceso y tiempo de esparcimiento y deporte. Esto
sigue siendo así. Y el confort ha ido permitiendo que las
personas pasemos mayores tiempos con mejores comodidades en nuestros
barcos.
Como un reflejo de la vida en todo el mundo nuestro país
muestra igual que países de América y Europa la
tendencia de cada vez mas personas viviendo a bordo de barcos
deportivos. Cuando decimos viviendo nos referimos a tener en su barco
el asiento principal de su vida, de su familia y de su persona.
Esto ocurre en marinas privadas y en clubs. Así como en
espacios de amarres municipales de la rivera que desde antaño
han sido ocupados por navegantes para su amarre y vida constante de
abordo. De variadas esloras, mangas y disímiles materiales.
Barcos grandes o chicos, de madera o metal o plástico. A vela
o motor son las embarcaciones en las que muchas personas viven
permanentemente
¿Porqué elegir vivir a
bordo?
Las razones son variadas. En algunos casos el amor al agua y al medio
que le rodea, en otros la necesidad nacida de problemas económicos
muy diversos y entre ellos la perdida del hogar por economía o
divorcio. En algunos casos una elección de vida y la fantasía
de un viaje como transmundistas o su próxima realización..
No es este un fenómeno local. Es algo que existe en todos los
puertos. En EEUU la vida a bordo se realiza en muchísimos
barcos y para mucha gente preferentemente en casas flotantes algunas
que navegan y otras que son simplemente flotantes y transportables. Y
valga la acotación que este sistema de vivienda o embarcación
no ha tenido eco en nuestro sistema social aunque hoy se están
desarrollando algunos proyectos al respecto en nuestro medio. En EEUU
son muchas las marinas que rechazan absolutamente la vida a bordo y
la comprobación de esta situación es automáticamente
la expulsión sin mas miramiento del trasgresor. En España
el vivir a bordo es algo muy común en los puertos. El Port
Vell en Barcelona tiene mas de 150 personas que viven abordo
permanentemente. Algunos inclusive eligen un barco para vivir sin
saber navegar y solo con nociones de mantenimiento. En Francia
quienes viven a bordo se transforman en guardianes de los puertos
municipales (gran mayoría) que no tienen ningún tipo de
custodia y adonde las embarcaciones amarradas sufren el embate de los
Okupas que se apoderan de una embarcación y sus objetos ante
la larga ausencia de sus propietarios y de lo cual vemos que las
largas ausencias abordo tampoco son un privilegio de nuestra
idiosincrasia. Hay personas que viven a bordo en embarcaciones
amarradas en el río Sena y que pagan miles de euros por los
derechos de amarre de un antiguo y gran barco de transporte. Lo que
nos muestra que no es este un tema de ser pobre o vivir en el barco
como él ultimo eslabón de una desgracia sino que el
hacerlo es hasta en muchos casos una elección respaldada por
una posición económica sin problemas. En España
se analiza a menudo los costos de las marinas que tienen para un
pantalan bien ubicado en un puerto respetable costos que para
nosotros serian siderales además de los de mantenimiento. Por
ello al tratar este tema nuestros hermanos españoles lo
primero de dicen es “¡Analiza bien!”.
Y al llegar a este punto debemos diferenciar el vivir a bordo en vez
de hacerlo en una casa o departamento del transmundismo que es el
recorrer el mundo en barco y viviendo en nuestra nave. Ambos temas
son elecciones de vida pero... distintas.
¿Cuál es, en nuestro medio, la actitud que tienen el
club o marina a la hora de tener embarcaciones con gente que vive a
bordo?
Se puede decir que en general no imponen restricciones o situaciones
especiales a las personas que hacen de su vida cotidiana abordo mas
allá del cumplimiento de las normas o estatutos que a todos
involucran. Anecdóticamente un yatch club incrementó
sustantivamente hace un tiempo sus tarifas para aquellos que vivían
a bordo. Se interpretó que no deseaba un target de
embarcaciones que tuviera macetas en la popa o colgara ropa en los
nervios. Algunos amarristas salieron huyendo y otros pagaron por
valorar su cercanía con la city.
En nuestro medio el vivir en el barco tiene económicamente
una serie de ventajas para quien elige hacerlo: en el costo del
amarre van involucrados una serie de servicios que son comunes a
cualquier marina o club por ejemplo disponer de agua corriente,
electricidad, servicio de recolección de basura,
estacionamiento gratuito y vigilado, seguridad las 24 horas del día
y un medio en el cual los delitos se mantienen ajenos. En algunos
casos un restaurante durante toda la semana y su correspondiente
quincho con parrillas disponibles. Desde luego sanitarios y duchas
las 24 horas. Servicios telefónicos y de conexión a
Internet son posibles de instalar fácilmente en aquellos
amarres que no los brindan desde el vamos y dentro de la cuota
habitual. Sumamos a ello centros de compra a la misma distancia que
si estuvieran en una casa y una tranquilidad muy razonable y en
contacto con la naturaleza con un escenario que ha de variar sin duda
de acuerdo al lugar en que amarre la embarcación.
A la hora de la elección habrá que contemplar si
el grupo familiar tiene niños en edad escolar o sus miembros
son varios, y si se encuentra el amarre alejado de la City han de
necesitar más de un vehículo para poder movilizarse. Si
la vida nos obliga por necesidad laboral o personal a acceder a la
ciudad todos los días se pueden incrementar los costos de
combustibles y peajes de acuerdo a la ubicación del amarre.
Un tema especial es que involucra pasar de una casa “normal”
a vivir en el barco. En muchos casos y al vender o alquilar el
inmueble aparece la necesidad de guardar muebles u objetos en algún
lugar. En otros directamente quedar con lo mínimo/máximo
necesario conforme la nueva morada abordo. Un amigo que recientemente
ha realizado el proceso de pasar a vivir en su barco nos contaba que
tuvo que desprenderse de una piedra que hace veinte años un
día llevo a su casa y que ahí se dio cuenta de todo lo
que el ser humano tiene, junta o colecciona de manera inútil
en la vida sin darse cuenta y valga saber por que ocultas razones.
Así quienes deciden pasar a vivir en el barco desde una
confortable casa en la ciudad se encuentran muchas veces vendiendo
sus pertenencias a amigos o amigos de amigos y haciendo un breack
entre lo que se tiene y no se usa hacia lo imprescindible o necesario
a la hora de vivir en un ambiente limitado sin duda por el espacio
disponible. Proceso nada fácil dentro de una economía
de consumo y nuestra presencia en ella.
A la hora de guardar elementos personales muchos club brindan a sus
socios casilleros o locker amplios para su servicio. Normalmente en
ellos los dueños de barcos guardan motores, pinturas y
diversos elementos náuticos que usaran a menudo o nunca.
Muchas personas que viven a bordo encuentran en este “ropero
inmenso” la posibilidad de tener un espacio extra al que tienen
a bordo. Muchos guardan ropas y elementos de confort que utilizan por
momentos o temporada haciendo de este modo su vida un poco mas
acomodada en la nave.
Charlando con una persona que esta haciendo el pase a vivir en su
nave atento un proyecto de larga navegación para el futuro nos
contaba de sus descubrimientos de confort. Así su nuevo barco
tiene una línea a la que conecta el agua corriente y las
canillas operan de esta manera. Cuando navega utiliza el agua de los
tanques como normalmente lo hace cualquier barco.
¿A que se dedican los que viven a bordo?
Hay profesionales, artistas, comerciantes, jubilados, profesionales
de la náutica, y una inacabable lista de actividades. Solos,
parejas y familias enteras. En algunos casos la vida familiar nos
muestra un crucero grande con lavarropa en la cubierta y que nunca
suelta amarras. En ese mismo barco un perro y a su banda amarradas
dos motos de agua de los jóvenes de la familia. En otros un
pequeño barco con una baja cabina en el cual vive un solo o
sola y con el cual sale además a navegar todos los fines de
semana.
¿Quién va a vivir a bordo no vuelve a una casa en la
ciudad? A lo largo de los años en contacto con navegantes he
conocido varios casos de personas que han tenido su ultimo momento
abordo en el barco en que vivían. Otras personas abandonan el
vivir en su barco pues cambian los parámetros que les han
llevado a ese modo de vida. En algún caso solucionan el
problema económico que les llevara a vivir en la nave o en
otros casos aparecen situaciones personales como el caso por ejemplo
de un hijo que no acepta o soporta vivir abordo y no tiene edad
suficiente para vivir solo. Y ello obliga a la familia a hacer un
cambio –como muchas veces ocurre en la vida- para dar paso a
nuevas experiencias o volver a las anteriores.
Y en ese sentido podemos decir que aquellas personas que viven a
bordo tienen nada mas ni nada menos que la posibilidad de recrear lo
que muchos otros hicieron durante siglos antes que ellos. Por iguales
o diferentes motivaciones o razones. Que sin duda son admirados o
envidiados por otros que no pueden o podrían jamás
hacer lo mismo. Que han decidido vivir su vida –valga a saber
por cuanto tiempo- de una manera especial, en un ambiente que les
recibe y les da en su estar una de las más bellas
disponibilidades del ser humano: la naturaleza.
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