Varados.
¿Qué hacer?
Si bien los mejores deseos dan un pie de agua bajo la quilla,
ningún navegante esta exento de varar y quedar en una posición
incomoda o de peligro. Los bajos son uno de los principales enemigos
de cualquier patrón. Es bueno conocer algunos recursos para
salir de ellos
.
Todos los afectos a la navegación manifiestan su
preocupación por no vararse. Y ello hasta en la nautica
comercial adonde hay barcos que permanecen dos o tres meses varados
hasta que llega una pleamar suficiente para salir sin destruir el
barco de 250 metros. Para nosotros navegantes deportivos la pregunta
es ¿si acaso aplicadas todas las prevenciones y conocimientos
por la causa que sea nos varamos que podemos hacer?
Todos afuera
La regla de oro es “se sale por donde se entra”. Varados
queda siempre el recurso de con una sonda de mano revisar nuestras
bandas, proa y popa. Generalmente comprobaremos la regla de oro
“salir para popa”. Que deberá ser ejecutada con
cuidado ya que un timón mas largo que la quilla puede
engancharse y provocar daños graves. Dicha situación en
cuanto a conocer la nave y su timón se aplica igualmente
cuando se trata de una salida con remolque hacia proa, banda o
girando la nave en su eje. Existen barcos que su salida de una
varadura se transformó en graves daños o directamente
en hundimiento por roturas al presionar el timón partes
sensibles.
Tres puntos muy importantes
La Marea ¿Como viene la marea? ¿Nos
hemos varado en un momento de plea máxima y si no salimos
urgentemente quedaremos absolutamente varados al agravarse nuestra
posición por falta de agua? ¿Acaso nos hemos varado en
baja y justamente el agua está subiendo y es cuestión
de esperar un rato? Todas estas son preguntas que deben responderse
con tranquilidad y teniendo en cuenta que los establecimientos en
mareas son previsiones que pueden varias por distintas causas y que
la mejor información ha de provenir de la que nos de un puerto
en nuestro sistema y de nuestra propia información recogida en
el lugar por la observación de los fenómenos locales.
El fondo Determinante a la hora de las precauciones
y varamiento es tener en cuenta que superficie es la que tiene el
fondo. ¿Barro?, ¿Piedras? ¿Arena? Esto deberá
hacer que nos cuidemos o relajemos según sea y también
ha de variar la conducta y urgencia inmediata que la situación
nos provea.
Las condiciones Del mismo modo no es igual vararse
en un día tranquilo y sin viento que con oleaje. O bien el un
viento nos tienda a agravar el problema al abatir a la nave sobre el
bajo aun más.
Una dura varadura
Recientemente en una navegación por costas americanas
procurábamos el ingreso a un río. Lo hacían
simultáneamente otras embarcaciones. Todos en el escenario
navegábamos en cruceros a motor de diversas esloras en
promedio treinta y dos pies. Con el propietario de la embarcación
en que navegábamos habíamos recibido expresas
indicaciones de otro navegante para ingresar a dicho rio. Íbamos
manteniendo nuestro rumbo cuando en la frecuencia de VHF apareció
un patrón solicitando asistencia al grupo que nos precedía.
Indicaba
además que tenía un motor que no encendía.
Diversas consultas y análisis escuchados en la radio daban
posibilidades diversas en cuanto a una hélice trabada en la
arena o el mecanismo de inversión de marcha trabado en la pata
de la embarcación varada. La insistencia por parte del patrón
de la embarcación varada para que le auxiliaran con un
remolque trajo la acertada respuesta de la embarcación líder
del grupo con el que comunicaba que intentar un rescate significaba
poner en peligro a las otras embarcaciones o romper o lastimar por lo
que se desistía de dicha actitud.
Nosotros íbamos
navegando despacio y al rato llegamos a estar a través es de
la embarcación varada. El motivo el abandono del canal
principal para hacer de manera segada un ingreso que debe hacerse de
manera correcta y con agua de sobra a 90 grados respecto del canal
principal y frontalmente a la vía de agua a la que se ingresa.
Para salir de una varadura el primer punto es tratar de no caer en
ella. Esto se logra con el conocimiento de la zona que se navega
acompañado como alternativa con una despaciosa exploración
de la misma.
Durmiendo la siesta
En una ocasión y desplazándonos en el auxiliar vemos a
un amigo que esta “colgado” de la orilla con su barco muy
escorado. Hizo una siesta y cuando despertó la baja lo había
dejado muy falto de agua.
Con quien me acompaña en el auxiliar le pedimos una driza y la
prolongamos con otro cabo. Tiramos alejados de manera transversal a
la línea de crujía mientras el barco se escora aun mas
de lo que esta. El capitán colabora con el motor y el velero
de 30 pies lentamente abandona su incomoda posición. Nuestro
amigo sonríe aliviado pues ha pensado que se iba de noche.
Bien de noche.
En una ocasión con mi barco me vare sobre arena. No había
respetado el rumbo correcto. Con el sutil detalle que había
pasado una loma y era imposible salir por el tiro de otro velero que
me asistía. Ahí también volvimos a utilizar el
recurso de sobre escorarlo a nuestro velero con una driza arraigada
en el tope del palo para que el quillote pasara por arriba de la loma
en cuestión combinando dicho efecto logrado desde un gomón
con el tiro del otro velero por proa. En este caso el problema
subsiguiente fue correr rápidamente nuestro barco pues la
correntada lo llevaba hacia otro banco! Pudimos evitar la otra
varadura por suerte y por la velocidad del auxiliar.
Varaduras extremas
En algunos casos la falta de agua, se torna luego de la varadura en
extrema y la embarcación puede escorar y recostar su banda y
obra muerta en el fondo. En esos casos se puede producir un efecto de
sopapa sobre la embarcación por parte del fondo que obliga a
estar atento al momento en que se produce la plea para poder mover el
barco evitando que dicho efecto sopapa lo mantenga pegado al fondo o
lecho. Y finalmente quede hundida al no poder despegarse. En las
varaduras extremas la embarcación es muchas veces sometida a
esfuerzos y recibe golpes de olas que van debilitando su estructura o
agravando su varadura. Y simples varaduras no encaradas correctamente
se convierten finalmente en varaduras extremas.
Los pesos son pesos
En cierta ocasión y navegando en una goleta de 16 metros
ingresamos a un recreo en el Delta del Paraná. Pasamos la
noche y el amanecer nos dio a la goleta varada y a su timón
hundido en el barro. El capitan con urgencia por irse. Todas las
maniobras planteadas con el motor (potente y rugiente) fallaron.
Éramos un grupo grande de amigos en ese barco y en otros. La
idea fue poner una multitud en el extremo absoluto de la proa
(botalón incluido). Resultado fue que la embarcación
levanto su popa y pudo bascular su quillote por lo que zafó de
su varadura y el capitán pudo partir como deseaba.
Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo
Vemos que los auxiliares son, con un motor adecuado, un elemento
sumamente útil para apoyarnos y escorar o tirar de un barco
sea de vela o motor y poderlo desvarar. Pero... ¿Que otros
remedios tenemos disponibles en la farmacia de la varadura?
Podemos apoyarnos en las velas pues una genoa o una mayor también
pueden dar la escora necesaria y por supuesto propulsión para
hacerlo. Podemos llevar un ancla lejos o que otra embarcación
la coloque y nos alcance su cabo y usarla para traccionar y salir de
la posición inadecuada (y dos… y tres anclas si fueran
necesarias). Podemos bajarnos y empujar (si la embarcación es
pequeña y hacemos pie con posibilidad de hacer fuerza) y hasta
podemos tomar (de estar en un riacho) un cabo a tierra. “Yo no
tengo fuerza…” o “yo no puedo hacer fuerza”
dirá algún navegante. Pues bien… molinetes de
velas, un cabrestante de anclas o en ciertos cruceros el uso de sus
pescantes con motor pueden reemplazar hábilmente el tirar uno
mismo por la multiplicación de fuerzas de manera mecánica.
Cuando
mencionamos el ancla esta no solamente nos da la posibilidad que
haciendo buena cabeza se pueda tirar como punto de apoyo si no que
hasta inicialmente nos permite evitar que un viento o la corriente
nos arrumben aun mas en la varadura. No agravar la situación
es sin duda una manera de facilitar el desvararse.
Desde luego que
el tema no es hacer brutamente las cosas y romper. En cierta ocasión
un crucero varado groseramente fue liberado por tres personas que,
silenciosamente y con palas, fueron haciendo un canal a ambos lados
de la embarcación y luego esta trabajo con sus motores
logrando salir de su posición desventajosa.
Dentro de los
puntos de apoyo sin duda que la tripulación y su calidad hacen
a la resolución de varaduras (y muchas otras situaciones). Una
tripulación de familia tipo pasajeros ha de ser menos útil
que un grupo de amigos hábiles y navegantes al momento de
jugar las posibilidades y acciones. Y toda operación de
varadura puede ser mala o no tener efecto si en la nave asistente o
en la asistida no hay claridad y conocimiento mediano que contribuya.
Olas producidas por la naturaleza u otros barcos pueden perjudicar
por golpes pero también beneficiar si se las utiliza teniendo
motor o vela para zafar en el momento de la cresta bajo el barco.
Algo importante es que el uso del motor inadecuadamente puede generar
que ingresen al sistema de refrigeración del mismo arenas, o
barros obturando los circuitos de refrigeración y provocando
recalentamientos en el momento o posteriormente.
Mas allá del diccionario todo navegante sabe – muchos
temen – que varar es una posibilidad perfectamente ligada al
ejercicio de la navegación. Si bien la regla de oro es
prevenir para evitar varaduras no está de más recordar
siempre los principios básicos para salir de ellas.
Resumiendo:
1)Lo mejor es no vararse: conocer la zona y ante dudas navegar
despacio. 2)Varados, el análisis de
circunstancias (fondo, marea y condiciones) es vital 3)Regla
de oro general: de una varadura se sale por donde se entra 4)En
los barcos a motor la generación de canales bajo la quilla
ayuda sobremanera 5)La escora en veleros es una de
las técnicas generalmente mas redituables 6)El
incremento de fuerzas –molinetes, cabrestantes, etc –
puede ayudar mucho. 7)El manejo de los pesos a
bordo es un recurso que no debe olvidarse.
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